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La Ruta de la Lana como camino de peregrinación hacia Santiago

jjsierrahdez

Actualizado: 2 ago 2023

Artículo publicado en Life! Cuenca sobre la ruta jacobea de la Lana, a partir de una entrevista con Luis Cañas



La ruta Jacobea de la Lana cruza la provincia de Cuenca y tiene especial importancia en Monteagudo de las Salinas, donde se cruzan las variantes de Valencia y Alicante. Hablamos con Luis Cañas, de la Asociación Amigos del Camino de Santiago de Cuenca sobre esta ruta.


El Camino de Santiago atrae al año miles de peregrinos venidos de cualquier lugar del mundo. Su importancia histórica, turística y religiosa trasciende más allá de las fronteras. La provincia de Cuenca tiene la suerte de formar parte de uno de los trayectos que dirigen hasta Santiago, concretamente, la Ruta de la Lana. Nuestros caminos, calzadas, senderos y pueblos son parte de este camino que tanta gente recorre cada año. La Ruta de la Lana conecta las provincias de Valencia, Alicante y Burgos, pasando por Cuenca, y tiene varias vertientes que atraviesan pueblos conquenses como Mira, Cardenete, El Herrumblar, Villarta, Fuentes... y el más importante, Monteagudo de las Salinas, donde convergen los distintos ramales de esta ruta.


Tal y como señala Luis Cañas, de la Asociación Amigos del Camino de Santiago de Cuenca, “la Ruta de la Lana es una ruta Jacobea reconocida como tal, es una ruta de primer orden, está asentada desde hace muchos años. Es una línea recta que va desde el punto A (Alicante) al punto B (Burgos) y pasando por un punto C central que es Cuenca, por tanto, hay una rama importante que viene desde Valencia, y se juntan las dos variantes, la de Alicante y Valencia en Monteagudo de las Salinas, y de ahí hay un único camino que llega hasta Burgos, donde se enlaza con el Camino francés, y 500 km más tarde, se llega a Santiago”.


El origen de esta ruta vinculada al Camino de Santiago se remonta al siglo XVII y es una de las rutas más antiguas de España. Era el camino seguido por los comerciantes de lana para llegar al norte y vender su producto, así como una vía dedicada también a la trashumancia. “El origen de la ruta se ha recuperado para la práctica de la peregrinación, puesto que es un traslado de caminos antiguos, basados en la caminería antigua, en calzadas romanas, en vías pecuarias, cañadas por donde iba la trashumancia, siguiendo el itinerario de Alonso de Meneses, por lo que tienen un aval histórico importante”, destaca Luis Cañas. “Hay pruebas sobradas de que había hospitales de peregrinos en distintos puntos de la ruta y como referencia histórica más importante, la peregrinación de Francisco de Patiño, su mujer y otro pariente, que en el siglo XVII partieron a Santiago desde Monteagudo de las Salinas”.


Miembros de la Asociación Amigos del Camino de Santiago de Cuenca


La recuperación de la historia del Camino de la Lana, nace a partir de la peregrinación personal de Vicente Malabia, que fue el autor de la primera guía de esta ruta y su neodescubridor. Este trayecto atraviesa gran parte de la zona definida como España vaciada, concretamente, pasa por las provincias de Cuenca, Guadalajara, Soria y Burgos, que se ven afectadas por la acuciante despoblación. La Ruta de la Lana se presenta como un posible revulsivo.


Tal y como señala Cañas, “está claro que el camino de la lana atraviesa provincias dentro de una franja que pertenecen a la España despoblada. Entendemos que la ruta jacobea puede ser un atractivo para generar actividad, como puede ser montar algún negocio dedicado a la hostelería o casas rurales que pueden acoger a los peregrinos. Es un recurso más que desde el punto de vista turístico, puede ser importante de considerar”.


La Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Cuenca, como cualquier organización Jacobea, pretende mantener cuidado los caminos y señalización, pero también poner en valor lo que significa el Camino de Santiago. Luis Cañas asegura que “nuestro interés está más centrado en que en los pueblos de paso sean conscientes de la importancia que tiene el paso de peregrinos, que no lo vean como un mochilero más, sino como una persona que puede aportar algo. Siempre digo que el peregrino es buen cliente, llega tarde y se va pronto, da tema de conversación y paga religiosamente.”


Por aquel lugar en el que antaño viajaban la lana recién esquilada, ovejas y comerciantes, hoy en día caminan mochilas con la concha del peregrino con la cruz de Santiago colgando, la tierra la pisan las botas de montaña y en el camino dejan el rastro que hace que perdure esta tradición que forma parte de nuestra Historia.

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